La diferencia por supuesto se nota muchísimo tanto comparado con el MacBook que tengo como ordenador principal (tiene dentro años y años de archivos) como especialmente con el anterior Mac Mini al que releva. Pero sobre todo, la diferencia más brutal la he notado sin duda en la diferencia que es trabajar con un monitor de 23" FullHD. Hasta ahora, el monitor que tenía puesto en el equipo de sobremesa era de 15" a 1024x768, con lo que el salto a un panorámico a 1920x1080 hace un mundo.
Aunque es verdad que he tenido que enredar hasta dar con una calidad de imagen convincente. El calibrado de colores inicial era terrible, pero gracias a la herramienta de calibrado de Snow Leopard ahora se ve mucho mejor. El otro gran problema es que el renderizado de fuentes se veía pésimo. De verdad, realmente horrible. Al final buscando en Google he conseguido arreglarlo metiendo en la terminal el siguiente comando:
defaults -currentHost write -globalDomain AppleFontSmoothing -int 2
Y al fin ya me he quedado contento con la calidad de la pantalla. Aquí una foto del equipo al completo (de altavoces uso los integrados en el monitor):
No hay comentarios:
Publicar un comentario